El Día Internacional de la Dislexia se conmemora cada 8 de octubre con el objetivo de visibilizar y crear conciencia sobre este trastorno del aprendizaje que afecta aproximadamente al 10% de la población mundial, según la OMS. En la escuela a N° 290 «Simón de Iriondo» se visibiliza y por ello dialogamos con la directora, Gabriela Barra, con el profesor de música, Gabriel Minín y Sebastián Chiavón, un padre que a través del diagnóstico de su hijo, de grande se dio cuenta que contaba con la dificultad específica de la lectura.

«Hoy, 8 de octubre, es el día internacional de la dislexia y nosotros ante una inquietud que nos trajo Sebastián (Chiavón), que es un papá de un alumno de esta escuela, de poder sumarnos a ser visible este día y acompañar a las familias y a los niños desde nuestro establecimiento escolar con un mensaje de comprensión, de entendimiento y de acompañamiento ante esta dificultad», comenzó diciendo la directora Barra.
¿Cómo se trabaja? Nosotros, en principio, siempre lo que hacemos es que vamos encontrando en algunos niños, y en el mundo hay una de cada diez personas que que tienen esta dificultad, vamos encontrando distintos tiempos de aprendizaje, tal vez algún algún aletargamiento en algunos procesos, sobre todo lo que tiene que ver con poder volcar lo que ellos saben al papel. A partir de ahí, uno comienza a trabajar con las familias, y cuando las familias tienen una cobertura social con equipos externos, y si no, a través de la salud pública, hasta que se llega a un diagnóstico para poder acompañarlos».
¿Lo trabajan en forma comunitaria, es decir, toda la escuela, todos los cursos? Esta dificultad, como otras, de aprendizaje que se van presentando, las vamos trabajando con las familias, obviamente con los equipos docentes, y son abordajes institucionales e interdisciplinarios».
la música es importante para la dislexia porque ayuda a desarrollar la conciencia conológica, la memoria y la concentración, habilidades que suelen ser difíciles para las personas con dislexia. Las actividades musicales, como cantar y tocar un instrumento, activan redes cerebrales compartidas con el lenguaje y la lectura, fortaleciendo habilidades como el procesamiento auditivo, la secuenciación y la memoria de trabajo, lo que puede mejorar las habilidades de lectoescritura.
Y es por eso que el profesor Minin, expresó que la música es importante para la dislexia y poreso también uno fue capacitándose, buscando herramientas, hoy hay muchísima información como para poder tratar de ayudarlos, y de que sea una educación más integral, más allá de inclusiva, pero que sea integral, y que sea efectiva también. Que ellos encuentran una manera de poder comunicarse en forma distinta a la convencional, que no solo por ahí escribimos, leemos; ellos tal vez de esa forma no lo comprenden, entonces se busca otra manera. Que ellos entiendan que se sientan capaces, que sientan a través de todos estos otros lenguajes, a poder expresarse, a poder abrirse, que de repente empezaron a hablar, porque esa es otra cuestión también que es interesante destacar. A veces, como uno cree que el mundo se tiene que ver, su mundo interior, les representa otra cosa, les presenta otra cosa, y es difícil exteriorizar lo que les pasa. Y lo que nosotros por ahí necesitamos es que esa comunicación sea recíproca, que podamos brindar y que ellos puedan recibir y a su vez también, entender que hay un avance, que ellos están entendiendo y que se pueden expresar y que se pueden desarrollar como cualquier otro chico. No solamente a través del sonido de la música, sino también de la pintura, de la expresión corporal. Hay un montón de otros lenguajes alternativos que ayudan también sin dejar de lado la lectoescritura. En el caso de la música, nosotros trabajamos con gráficos y de esa manera también ellos pueden organizarse, pueden tocar de manera organizada justamente rítmicamente, pero también pueden entender los otros parámetros, como es la altura del sonido, y ahí pueden empezar a hablar distinto, pueden empezar a cantar, a entonar. Entonces, se empiezan a encontrar también desde otro lugar», detalló.
En el caso de Sebastián, quien se econtraba con la remeri color turquesa, el color que representa a los disléxicos, manifestó que «Yo viví 40 años, me eduqué durante 40 años sin
saberlo, fue una etapa muy difícil, pero hoy como papá de un hijo disléxico me puedo parar al lado de él, puedo educarlo de otra manera y entender un poco sus emociones. Lo que decía justamente Gaby (Barra) es a veces el refugio de uno, el encontrar una actividad, sea deportiva o musical, donde se pueda mostrar que puede aprender de otra manera, que no sea a través solamente de la lectoescritura. Lo de la lectoescritura es un proceso, se aprende, lo he podido de alguna manera sobrellevar, pero ya con un diagnóstico más prematuro, sabiendo que un chico cuenta con esas dificultades, es mucho más sencillo acompañarlo en el proceso de aprendizaje. Y es ahí donde tenemos que laburar y hacer ese puente entre la familia y la educación, para que no sea tan frustrante para un chico venir a la escuela y encontrar un lugar donde se sienta más acogido, más cuidado y eso es un poco la tarea que tenemos como papás y como educadores».

Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 10% de la población mundial convive con esta problemática. Sin embargo, la falta de conocimiento sobre la dislexia y la poca o nula formación docente al respecto, conlleva a innumerables dificultades en el proceso de enseñanza y aprendizaje de las personas, al no poder reconocer sus necesidades particulares y acompañarla de manera integral en su proceso educativo.
En el 2016 se sancionó la ley 27.306, que busca garantizar el derecho a la educación de todos los niños, niñas y adolescentes que presentan dificultades específicas del aprendizaje a través de la detección temprana de sus necesidades y el establecimiento de un sistema de capacitación docente.
Entendiendo la educación como un vehículo de acceso a los demás derechos, la ideación, creación y ejecución de políticas públicas educativas que promuevan el reconocimiento y acompañamiento de los estudiantes con dislexia en las diferentes etapas del proceso de aprendizaje es indispensable. Así mismo, la atención y personalización de la educación de los estudiantes conforme a sus necesidades particulares por parte de la comunidad educativa, fortalecerá el desarrollo de sus capacidades y permitirá que atraviesen con éxito las diferentes experiencias educativas.
Señales de alerta en la primera infancia
La detección temprana resulta fundamental para mejorar el pronóstico educativo y emocional de los niños afectados. Aquí, algunas señales que pueden surgir antes de ingresar al colegio:
- Retraso en el inicio del habla y dificultad para aprender nuevas palabras.
- Problemas para recordar o nombrar colores, números o letras.
- Dificultades para rimar o jugar con juegos fonéticos.
- Confusión en nociones espaciales y temporales, como derecha-izquierda o hoy-mañana-ayer.
- Problemas para establecer relaciones entre sonidos e imágenes.
Estos indicios pueden detectarse en niños de entre tres y seis años, sobre todo si existen antecedentes familiares de “dificultades escolares”. La Asociación Internacional de Dislexia recomienda consultar a un profesional ante la presencia de estas señales para evitar impactos negativos en el aprendizaje posterior.
En la escuela primaria, el diagnóstico suele basarse en la observación de un desfase académico de al menos dos años en lectura y escritura. Los maestros suelen ser los primeros en percibir los siguientes síntomas:
- Lectura y escritura por debajo del nivel esperado para la edad.
- Problemas de comprensión lectora y dificultad para procesar instrucciones orales.
- Errores al pronunciar palabras nuevas y problemas para deletrear.
- Inversiones, omisiones o confusiones de letras, números y palabras.
- Evitación de actividades que impliquen la lectura.
En esta etapa, pueden manifestarse problemas asociados como dificultades para mantener la atención, baja autoestima o conductas evitativas frente a las tareas escolares.
Cómo se manifiesta la dislexia en la adolescencia y adultez
El trastorno puede persistir con signos variables en adolescentes y adultos, entre ellos:
- Dificultades para leer en voz alta y baja velocidad de lectura.
- Problemas para sintetizar información de textos extensos.
- Complicaciones persistentes de ortografía y expresión escrita.
- Obstáculos en el aprendizaje de idiomas extranjeros.
- Necesidad de mayor tiempo para tareas que requieren lectura o redacción.
No recibir apoyo en etapas escolares tempranas puede incrementar la probabilidad de retos académicos, sociales y laborales a lo largo de la vida adulta.
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